STEVE ROGENSTEIN: «Actualmente existe un interés creciente acerca de la situación de las abejas que deberíamos aprovechar y utilizar para involucrar a las personas, y que este interés no se desvanezca como pasa con otras modas pasajeras».

Steve Rogenstein empezó practicando la apicultura urbana en Brooklyn, organizó la NYC Honey Fest, impulsó luego la BCN Honey Fest cuando saltó el charco, y ahora desde Berlín co-organiza Learning from the Bees, talleres y conferencias en torno al apicentrismo. Siempre inquieto, siempre avanzando, todo lo que hace destila un profundo amor por las abejas.

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Por favor preséntate y cuéntanos un poco sobre tu trayectoria y tu trabajo. 

Soy originario de Nueva York, donde solía trabajar como consultor artístico/cultural /creativo, para organizaciones sin ánimo de lucro sobre planificación estratégica general, desarrollo de marca, desarrollo de audiencia para lograr que los clientes fortalecieran sus organizaciones, atrajeran a más visitantes y continuaran siendo relevantes. 

Recientemente he re-enfocado mis energías y experiencia para salvar a las abejas, polinizadores y al planeta. Así se lanzó The Ambeessadors, una consultoría colectiva con la misión de conectar a las personas para difundir el conocimiento y la importancia de las abejas, a través de eventos, colaboraciones, formación, investigación, arte y mucho más. 

¿Cuáles son tus proyectos actuales y futuros? 

Acabamos de terminar de organizar la segunda conferencia api-céntrica, “Aprendiendo de las Abejas” Berlin 2019, cuyo presupuesto y otras logísticas estamos ahora cerrando. Uno de los resultados de esto fue formar una coalición internacional para recopilar datos científicos de la ciudadanía sobre las abejas melíferas silvestres, cuyo lanzamiento está programado para primavera de 2020. Otro gran proyecto será coordinar un viaje de api-turismo a Atenas, Delphi y Creta en 2020, junto con “The College of The Melissae”, el Centro de Apicultura Sagrada, del que soy alumno de segundo año.

Después de haberme mudado a Berlin este verano, estoy aún asentándome y explorando las posibilidades, en gran medida en base a lo que ya había hecho anteriormente en Nueva York y Barcelona (donde viví durante cinco años): programar degustaciones de miel, volver a poner en marcha un festival local de miel, dando charlas acerca del fascinante mundo de las abejas en colegios y centros comunitarios, además de otros proyectos interactivos y educativos. 

También estamos en conversaciones acerca de un proyecto de investigación en bio-finanzas, mediante el cual estudiar y atribuir “valor” a las abejas para ayudar a reescribir modelos económicos que añadan con mayor precisión valor financiero, social, medio ambiental y político a la Naturaleza. 

¿Qué haces diariamente en tu trabajo? 

Desgraciadamente, sentarme frente a mi ordenador demasiado tiempo. 

¿Cómo comenzaste a trabajar con abejas y por qué? 

La parte del por qué es fácil: estar en comunión con otras especies del planeta y aportar mi parte para asegurar que la población de abejas no sea diezmada. 

Originalmente asistí a una clase introductoria basada en la teoría, lo que avivó mi interés en las abejas (que comenzó cuando tenía 12 años). A continuación me inscribí en un aprendizaje de nueve meses, donde 15 estudiantes cuidaban de 40 colmenas en el colmenar de la azotea de Brooklyn Grange, a través de una temporada entera de apicultura. Como deseaba involucrarme más, me ofrecí como voluntario para co-organizar la tercera edición del “NYC Honey Fest”, Festival Anual de Miel de Nueva York. Después de cosechar un gran éxito, nos expandimos a “NYC Honey Week” en su cuarta edición, presentando 35 eventos en cuatro distritos de la ciudad: visitas a colmenares, conferencias, degustaciones de queso y miel, cenas temáticas de miel, un concurso de cócteles con infusión de miel, así como un mercado de día con puestos de comida, arte, cine y juegos. 

Has pasado de la apreciación de las artes y la cultura desde tu loft de Brooklyn a la apreciación de las abejas y polinizadores en Nueva York, Barcelona y ahora en Berlín, ¿por qué?. ¿Hay algún punto en común? 

Los enlaces geográficos no son necesariamente relevantes, aunque las tres ciudades comiencen con la letra B(ee) (abeja en inglés) 😉 Recuerdo que en los comienzos de mi carrera de marketing de las artes, decidí que una vez que me cansara de las artes volvería mi mirada a las ciencias, en un esfuerzo por impulsarlas a ojos del público. Sin saber cuán profético sería eso, esa visión se materializó veinte años después.

Un enfoque común entre las artes y las abejas: contemplar la imagen global, idear estrategias para cumplir con los objetivos establecidos, conectar a múltiples colaboradores y después ayudar a coordinar a todo el mundo para que las ideas puedan ser implementadas a tiempo y cumpliendo con el presupuesto establecido. 

¿Cómo estás trabajando con las autoridades locales en estas ciudades? ¿Cuál es el feedback del público en cada una? 

Esta es una pregunta complicada. Si mi dominio de los idiomas fuera mejor, no me habría enfrentado a tantas dificultades trabajando localmente, ya que maniobrar con la burocracia puede ser complicado. Como vocal extrovertido y decidido, ha sido realmente un desafío el no poder dirigir reuniones o liderar discusiones debido a mi falta de fluidez en el idioma. Este ha sido uno de los mayores obstáculos. 

En general la respuesta de la opinión pública ha sido excelente. Debido a que las abejas melíferas han llegado al mainstream, ahora disfrutan de una mayor visibilidad. Decir que soy apicultor a menudo provoca reacciones positivas, como: “Mi abuelo es apicultor” o “Me encanta la miel”, o algo así como: “Oh, ¿no se están muriendo?”. Actualmente existe un interés creciente acerca de la situación de las abejas que deberíamos aprovechar y utilizar para involucrar a las personas, y que este interés no se desvanezca como pasa con otras modas pasajeras.

La última vez que estuve en Berlín vi colmenas en cementerios y parques comunitarios sin ningún tipo de barreras de seguridad, solo el sentido común. ¿Sigue siendo igual?

Sí, eso es verdad. Las abejas aquí en Berlín generalmente, aprecian el respeto de la no intervención y la distancia corporal. Por otra parte, las sub-especies locales de abejas predominantes son más dóciles que en la península ibérica, y por lo tanto su comportamiento aquí suele tender a ser más tolerante (es decir, menos defensivo) hacia los humanos. 

¿Crees que es posible la apicultura urbana en España con la Apis Melífera? 

Sí y no. Sí, si se regula adecuadamente. Como apicultor hábil, que solo usaba velo y ocasionalmente guantes en Brooklyn con mis abejas Carniolas, NUNCA visité colmenas en Cataluña sin vestirme adecuadamente: pantalones metidos por dentro de los calcetines, zapatos oscuros envueltos en bolsas de plástico de colores claros, gomas elásticas alrededor de los dobladillos de los guantes, etc. La abeja Ibérica es una abeja defensiva, simple y llanamente. Como tal, se deben tomar precauciones al introducirlas en la ciudad. Los apicultores deben estar certificados para que sepan cómo manejar escenarios precarios. 

Las colmenas deben ubicarse en sitios que sean respetuosos con la actividad humana. La extracción de miel debería reducirse al mínimo, para que cuando haya escasez de néctar, las abejas no se encuentren sin alimento y por lo tanto se vuelvan hambrientas. Las abejas hambrientas y enfadadas pueden convertirse en abejas agresivas. 

Además por ejemplo en Barcelona, incrementar la cantidad de alimento apropiado para las abejas, debería ser una iniciativa que tuviera lugar en toda la ciudad, especialmente con una variedad de fuentes florales que se extienda durante toda la temporada, dado que sin un largo invierno las abejas necesitan más alimentos durante meses. 

Si Barcelona y otras ciudades españolas son laxas en la regulación de la apicultura urbana, como ocurre en la ciudad de Nueva York, que solo requiere que se registre la colmena en el Departamento de Salud, provea hogares con marcos móviles, proporcione una fuente de agua de confianza, respete a los vecinos y transeúntes; entonces las abejas ibéricas en las ciudades podrían ser problemáticas. 

¿Ha influido en ti en relación a como llevar a cabo tu trabajo, algún proyecto o apicultor? 

Una vez más tengo que decir que las iniciativas de “Natural Beekeeping Trust” me impresionan. Difunden la apicultura centrada en las abejas, co-fundaron “Learning from the Bees”, ayudaron a publicar  la revista “Natural Bee Husbandry” y están involucrados en varios proyectos centrados en lo que las abejas necesitan en oposición a lo que los apicultores quieren de las abejas. Sin disculparse, afirman que la apicultura convencional es parte del problema: reflejan la dependencia de los agro-negocios hacia los productos químicos; alojar a las abejas en cajas anti-naturales con poco aislamiento y baja incidencia de paredes propolizadas que actúan como “sistema” inmune externo; agrupando demasiadas colmenas en colmenares, fomentando así la propagación de enfermedades y plagas; y así sucesivamente. Trabajan en proyectos de reforestación con temas de abejas, forman a personas en la apicultura en árboles, educan sobre otras opciones de vivienda apropiada, promueven vanguardias en el movimiento de la apicultura natural como Tom Seely y Torben Schiffer, traducen y publican textos poco conocidos de abejas, etc. 

¿Te gustaría añadir algo más (algún dato, curiosidad, recomendación de lectura) que hayas experimentado en tu labor de apicultor? 

Mis palabras de despedida van dirigidas a los apicultores de todo el mundo: 

En cada ciudad que he vivido y/o visitado, llegando a conocer su escena apícola, he sido testigo y vivido rivalidades que dividen a la comunidad. En lugar de detestar a esa persona porque no maneja o cuida de 2.000 colmenas; en lugar de no participar en un proyecto porque no estás de acuerdo con el enfoque de otra persona, deberíamos dejar de lado nuestras diferencias de ideología y práctica y mantenernos unidos,  unidos por nuestro amor común por las abejas. Unificando nuestra voz, podemos ampliar nuestro mensaje sobre la importancia de las abejas, influir en la opinión pública, cambiar leyes, y re-imaginar un futuro mejor para las abejas – y el planeta.  Necesitamos terminar con esta mentalidad corrosiva de “nosotros contra ellos” que está minando nuestro potencial impacto colectivo. ¡Seamos como las abejas y trabajemos como un súper organismo para lograr grandes cosas juntos!

¿Quieres conocer más del trabajo de Steve Rogenstein? Sigue los siguientes enlaces:

The Ambeessadors https://www.ambeessadors.com/

Perfil de Instagram de Steve: https://www.instagram.com/ambeessadors/

Learning from the Bees Berlin: https://www.learningfromthebeesberlin.com

ENGLISH VERSION

Please introduce yourself and tell us a little bit about your background and your work

I’m originally from New York, where I used to consult to art/cultural/creative nonprofits on big-picture strategic planning, branding, audience development, and more so that clients strengthened their organizations, attracted more visitors, and stayed relevant. 

Recently I refocused my energies and expertise to save bees, pollinators, and the planet. Thus The Ambeessadors was launched, a collective-cum-consultancy with the mission of connecting people to spread awareness of and appreciation for the importance of bees through events, partnerships, education, research, art, and more. 

What are your current projects and future ones?

We just finished producing the second bee-centric Learning from the Bees | Berlin 2019 conference, for which we’re finalizing the budget and other logistics. An outcome of that was to form an international coalition to collect citizen-science data on «wild honey bees,» slated to soft-launch in Spring 2020. Another big project is coordinating an api-tourism trip to Athens, Delphi, and Crete in 2020 in conjunction with The College of the Melissae: Center for Sacred Beekeeping, where I’m a 2nd-year student.

Having moved to Berlin this summer, I’m still settling in and exploring the possibilities, largely based on what I had done before in New York and Barcelona (where I lived for five years): programming formal honey tastings, reviving a local honey festival, giving talks about the fascinating world of bees at schools and community centers, plus other interactive and educational projects.

We’re also in talks about a biofinance research project, whereby studying and ascribing «value» to bees may help to rewrite economic models to more accurately incorporate Nature’s financial, social, environmental, and political worth. 

What do you do on a daily basis at work?

Unfortunately sit in front of my computer too much. 

How did you start working with bees and why?

The why part is easy: to commune with another species on the planet and to do my part to ensure bee populations weren’t further decimated. 

Originally I took a theory-based introductory class, which fueled my interest in bees (first planted when I was 12). Next I enrolled in a nine-month apprenticeship, whereby 15 students cared for 40 hives at Brooklyn Grange’s rooftop apiary throughout an entire beekeeping season. Desiring to be more involved, I volunteered to co-produce the 3rd annual NYC Honey Fest, which, after enjoying great success, we expanded to NYC Honey Week in its 4th year, featuring 35 events in four boroughs: apiary tours, lectures, cheese-and-honey tastings, honey-themed dinners, a honey-infused cocktail competition, as well as a daylong marketplace with stands, food, art, film, and games.

From the appreciation of arts and culture at your loft in Brooklyn to the appreciation of bees and pollinators in NYC, Barcelona and now in Berlin. Why? Any points in common?

Geographic links aren’t necessarily relevant, although all three cities do start with the letter «bee.» 😉 I recall at one point early in my arts-marketing career determining that, after tiring of the arts, I would turn my sights to the sciences in an effort to bolster them in the eyes of the public. Without knowing how prophetic that would be, in a sense that vision materialized nearly 20 years later. One loose commonality between the arts and bees is my approach: seeing the big picture, coming up with strategies to meet stated goals, connecting multiple collaborators, and then helping to coordinate everyone so that ideas can be implemented on time and on budget.

How is it working with the local authorities in these cities? And the feedback from the public in each one?

That’s a loaded question. If my proficiency in languages were better, I wouldn’t have faced so many difficulties working locally, as maneuvering bureaucracies can be tricky. As a vocal, decisive extrovert, it has been admittedly challenging to not be able to lead meetings or steer discussions due to a lack of lingual fluidity. That’s been one of my biggest obstacles. 

Generally public feedback has been great. Because honey bees have punched through to the mainstream, they’re enjoying a heightened visibility. Saying I’m a beekeeper often provokes positive responses, such as, «My grandfather is a beekeeper,» «I love honey,» or something like, «Oh…aren’t they dying?» There’s presently an earnest curiosity about the state of bees, which we should capitalize on and use to engage people in a conversation, so that bees don’t fade into the background like other passing fads.

Last time I was in Berlin I saw beehives in cemeteries and communal parks without any kind of security barriers, just the common sense. Is it still the same?

Yes, that’s true. Bees do generally appreciate a hands-off and arms-distance respect here in Berlin. Then again, the predominant local Apis sub-species are more docile than in Iberia, and thus, their behavior here tends to be more tolerant (i.e., less defensive) of humans. 

Do you think possible having urban beekeeping in Spain with the Apis mellifera iberica?

Yes and no. Yes, if regulated properly. As a fairly skilled beekeeper, who only wore a veil and occasionally gloves in Brooklyn with my Carniolan bees, I NEVER visited Catalonian apiaries without fully suiting up: pants tucked in socks, dark-colored shoes wrapped in light-colored plastic bags, rubber bands around glove hems, etc. Iberica is a defensive bee, plain and simple. As such, precautions should be taken when introducing them in the city. Beekeepers should be certified, so that they know how to handle precarious scenarios. Hives should be located at sites that are respectful of human activity. Honey harvests should be minimized, so that when a nectar dearth occurs, the bees don’t lack food and thus become «hangry.» Hungry and angry bees can turn into aggressive bees. 

Also, for instance in Barcelona, increasing the amount of bee-appropriate forage should be a citywide initiative, especially with a variety of floral sources that stretch throughout the season, as without a long winter, bees need more food for more months. 

If Barcelona and other Spanish cities are lax in regulating urban beekeeping — like in New York City, which only requires that you register your hives with the Department of Health, provide homes with moveable frames, provide a reliable water source, and respect your neighbors and passersby — then Iberican bees in cities could be problematic. 

Does any Project or beekeeper influenced you in order to keep doing your work?

Again and again the initiatives of the Natural Beekeeping Trust impress me. Spreading bee-centric apiculture, they co-founded Learning from the Bees, help publish Natural Bee Husbandry magazine, and are involved in several projects that focus on what bees need as opposed to what beekeepers want from bees. Without apology they posit that conventional beekeeping is part of the problem: mirroring agribusiness’s reliance on chemicals; housing bees in unnatural boxes with poor insulation and low incidence of propolized walls, which act as an external immune “system;” clustering too many hives together in apiaries, thus encouraging the spread of diseases and pests; and on and on. They work on bee-themed reforestation projects, train people on tree beekeeping, educate on other species-appropriate housing options, promote vanguards in the natural beekeeping movement such as Tom Seeley and Torben Schiffer, translate and publish rare bee texts, etc. 

Would you like to add anything more (data, anecdote, curiosity, book recommendation) that you have experienced being an urban beekeeper?

My parting words to beekeepers around the world: 

In each city I’ve lived and/or visited and gotten to know its bee scene, I’ve witnessed and experienced petty rivalries that divide the community. Instead of detesting that person because they don’t treat or keep 2,000 hives; instead of not participating in a project because you disagree with someone else’s approach, we should set aside our differences in ideology and practice and come together, united by our common love for bees. By unifying our voice, we can amplify our message about the bee’s importance, influence public opinion, change laws, and reimagine a better future for the bees — and the planet. We need to expel this corrosive “Us vs. Them” mentality that’s undermining our potential collective impact. Let’s be like bees and work like a superorganism to accomplish great things together!

Do you want to keep learning from Steve’s work? Click the following links:

The Ambeessadors https://www.ambeessadors.com/

Steve’s Instagram profile: https://www.instagram.com/ambeessadors/

Learning from the Bees Berlin: https://www.learningfromthebeesberlin.com